Introducción – El poder de un rey de armas en la construcción de linajes
En la España de los siglos XVII y XVIII, la genealogía y la heráldica no eran simples estudios históricos, sino herramientas de poder. En una época en que los títulos nobiliarios abrían puertas en la corte, en el ejército y en la iglesia, contar con una certificación de armas oficial podía marcar la diferencia entre ser un simple hidalgo o ser reconocido como parte de la alta nobleza europea.
En ese contexto surge la figura de Juan Alfonso de Guerra y Sandoval, rey de armas y cronista real, cuya labor fue decisiva en la creación, legitimación y a veces magnificación de linajes, entre ellos el de los Lisperguer-Wittemberg, familia germano-hispanoamericana cuya influencia se extendió desde Alemania hasta Chile y Perú.
¿Quién fue Juan Alfonso de Guerra y Sandoval?
Juan Alfonso de Guerra y Sandoval (1672–1753) fue uno de los últimos grandes reyes de armas de la monarquía española. Estos funcionarios reales tenían el encargo de:
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Registrar escudos de armas y linajes.
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Certificar nobleza para el acceso a órdenes militares, cargos de la Corona y beneficios eclesiásticos.
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Actuar como historiadores oficiales de las familias nobles.
Dotado de una vasta biblioteca genealógica heredada de su padre, Guerra y Sandoval trabajó para Felipe V y dejó numerosos manuscritos que hoy se conservan en la Biblioteca Nacional de España y otros archivos. Sus certificaciones influían directamente en la construcción de prestigio de muchas familias, especialmente aquellas con ascendencia extranjera que buscaban reafirmar su nobleza en España y América.
Los Lisperguer-Wittemberg: un linaje germano en tierras hispánicas
La familia Lisperguer-Wittemberg nació del cruce entre un linaje alemán de Worms y una rama establecida en Andalucía durante la expansión imperial de los Habsburgo. Pedro Lisperguer, protegido por el emperador Carlos V, viajó a América y fundó una de las familias más influyentes del virreinato del Perú y del Reino de Chile.
Siglos después, sus descendientes en España y América buscaron pruebas documentales de su origen noble, especialmente tras la pérdida de archivos en Worms por incendios y guerras. Fue entonces cuando reyes de armas como Guerra y Sandoval jugaron un papel clave al emitir certificaciones de hidalguía y armas que relacionaban a los Lisperguer-Wittemberg con casas ducales alemanas, posiblemente Sajonia o Württemberg, reforzando así el mito de un linaje emparentado con emperadores germánicos.
Cómo Guerra y Sandoval “construyó” el mito
El rey de armas no inventaba historias de la nada, pero daba forma oficial y prestigiosa a tradiciones orales, indicios genealógicos y documentos a veces fragmentarios. En el caso de los Lisperguer-Wittemberg, Guerra y Sandoval:
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Reunió testimonios de parentesco entre las ramas españolas y americanas.
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Autenticó escudos y blasones que reforzaban el supuesto vínculo con casas ducales alemanas.
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Emitió certificaciones nobiliarias que circularon en España, Chile y Perú, sirviendo de base a genealogistas posteriores.
Estas certificaciones otorgaban validez jurídica y social a un linaje que había conquistado América y que, siglos después, buscaba conectar su memoria con la gran nobleza europea. Así, un mito que nació en la tradición oral colonial quedó inscrito en la documentación oficial, trascendiendo hasta nuestros días.
Impacto en la historiografía y la cultura chilena
Gracias a estas certificaciones, la familia Lisperguer consolidó su imagen legendaria en Chile y Perú, transmitida por genealogistas como Juan Luis Espejo y Luis de Roa y Ursúa. Este mito alcanzó a la cultura popular a través de:
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La figura de La Quintrala, descendiente directa de Pedro Lisperguer, protagonista de novelas, obras de teatro, telenovelas y estudios feministas.
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Árboles genealógicos y heráldica reproducidos en monografías, conferencias y artículos académicos.
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La narrativa histórica de un linaje germano-español que se transformó en una de las familias coloniales más emblemáticas de Hispanoamérica.
Conclusión: mito, poder y legitimidad
Juan Alfonso de Guerra y Sandoval no fue solo un funcionario de la Corona, sino un arquitecto de linajes, capaz de dotar de brillo y antigüedad a familias que buscaban consolidar su poder en España y América. En el caso de los Lisperguer-Wittemberg, sus certificaciones ayudaron a tejer una leyenda nobiliaria que perdura hasta hoy, combinando hechos reales, memoria oral y ambiciones de prestigio.
Su trabajo es clave para comprender cómo la genealogía, la política y la mitología social se entrelazaron en la construcción de las élites coloniales de Hispanoamérica.
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